NOTA: No quiero llenar el post de fotos, asi que si desea ver mas, haga click aquí.
Cabe decir que nunca había estado en algún lugar donde se celebrara el Carnaval, en la época adecuada. Cuando supe que en Sitges, un pueblo cercano a Barcelona, lo hacían con todos los juguetes, me pareció excelente idea ir a conocer y ver cual era la bulla. No me arrepiento.

En el metro hacia Passeig de Gracia, donde tomaríamos el tren: Andrea y Gullit.

En el metro hacia la Passeig de Gracia, donde tomaríamos el tren: Ina y un oso-turtuga-ninja
Primero que nada, a Sitges hay que ir en tren. Pero no es necesario esperar a llegar para empezar a celebrar. Los trenes Barcelona-Sitges cerca a los primeros días de cuaresma, son pequeños carnavales ambulantes, alcohol, bulla y disfraces incluidos. Geishas, cocineros, indios nativos norteamericanos, osos con ínfulas de tortuga ninja, vampiros, prostitutas y zombies, entre otros, atiborran cada vagón del tren, dentro del cual uno se olvida que el invierno no ha terminado. Grave error no haber llevado al menos unas cervecitas para refrescar la garganta durante el trayecto.

Tren Barcelona Passeig de Gracia - Sitges

Tren Barcelona Passeig de Gracia - Sitges

Tren (repleto) Barcelona Passeig de Gracia - Sitges
No creo que llegue tanta gente al mismo tiempo a Sitges como en época de carnaval. Es bien complicada la entrada, y la turba parecía exagerada en un principio, pero hacer pasar tal cantidad de gente por unas puertas que normalmente lo hace a cuentagotas no es nada fácil. Para lograrlo, de hecho, el ayuntamiento despliega todo un operativo y una notable cantidad de humanos disfrazados de policías (o policías de verdad? Uno al final ya ni sabe) arrean el rebaño de locos hacia el interior del pueblo.

Multitud intentado entrar a Sitges a través de la estación del tren
Y en el pueblo, todo es fiesta. Docenas de establecimientos abiertos, con comida y trago, y ríos multicolores de carne ornamentada humana se deslizan por entre las estrechas calles del centro del pueblo. Tarde un rato en entender cual era la desembocadura evidente del caudal y porque. En un punto pensé que habíamos llegado al fin del mundo, pues de repente, mas allá de cierto punto, no se veía mas que un fondo negro absoluto. Pero después de subir unas unas escaleritas e internarnos en una de tantas células fiesteras, me di cuenta de que si bien no era el fin del mundo si era el fin de la tierra firme: habíamos llegado al Mediterráneo. Fiesta en la playa… y con ese frío?

Calles de Carnaval

Desayuno: huevos con naranja mecánica

Calles de Carnaval

Fiesta en la playa
Después de unas horas, ya con traguitos en la cabeza (bueno, al menos yo, supongo que ellos también), Ina, Andrea y Gullit decidieron regresar a Barcelona. Para ellos era suficiente, y para cualquier persona decente debia serlo. Pero a veces prefiero no ser tan decente, y ademas tal era el caos carnavalesco que el ejército tuvo que intervenir para mantener el oren, y el sargento Escamilla apareció inesperadamente, con lo cual se renovaba el parche y surgían suficientes motivos para continuarlo. Agua iba y venia, camillas portando montoneras de gente rodaban por las calles, gente y disfraces de infinitos pelambres, comida y mas alcohol… así fue pasando la noche.

El capitán Escamilla restableciendo el orden
Amanecimos hablando paja y tomando cerveza, bajo una leve pero continua lluvia de snowflakes (aguanieve?), charlando con uno que otro borracho que tercamente resistía a irse a dormir, y huyendo de los carros de limpieza publica, de quienes dudamos lograrían dar buen fin a su objetivo. Sin embargo los subestimamos, y ya en la mañana el pueblo parecía otro. Hacia la hora en que la gente decente se esta levantando, Sitges se llena de un ambiente tranquilo y familiar, yo diría que diametralmente opuesto al de la noche anterior. Conocimos el pueblo, ahora si a plena luz del día y ya con un genuino interés turístico. Desayunamos pan, mucho pan, demasiado pan. Tratamos de calentarnos un poco el el ultimo piso de una torre de parqueaderos pero un ecuatoriano nos echó muy amablemente (pero al fin y al cabo nos echó el maldito). Dijo que desde que veníamos en el ascensor nos tenía pillados desde las cámaras de seguridad. Pero decidimos no dar nuestro brazo a torcer y hacia al final de la jornada, como a mediodía, subimos de nuevo, esta vez por las escaleras, y nos establecimos en otra zona del parqueadero, esperando no ser descubiertos. Pudimos por fin darnos una merecida siesta.

El borrachín de turno+oso con aguanieve

Power trio por las calles de Sitges

Primer intento: fallido

Segundo intento: lo logramos!
Ya de regreso, sin las capas de maquillaje, tela de colores y carne humana pude conocer la estación del tren de Sitges. Y regresamos disfrutando el Mediterraneo a traves de la ventana del tren, pero solo a medias, porque a las 3 de la tarde, tras 15 horas de fiesta y turismo, el agotamiento era evidente. Mucha cuerda, mucha cuerda…

Estacion de tren en estado natural

Mediterráneo desde el tren
Larga vida al Carnaval.